viernes, 31 de mayo de 2013

La Visitación


La Visitación, 1517. Obra de Giulio Romano; Giovanni Francesco Penni
Óleo sobre tabla, 200 cm x 145 cm
Museo del Prado, Madrid. Madrid

La Virgen María visita a su prima Isabel embarazada de San Juan, según relata el Nuevo Testamento (Lucas 1, 39-45), momento en el que la Virgen entona el Magníficat. 

Beda el Venerable nos invita a meditar hoy, día en que la Iglesia celebra la Visitación con estas palabras del Magnificat,  "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios, mi salvador. Con estas palabras, María reconoce en primer lugar los dones singulares que le han sido concedidos, pero alude también a los beneficios comunes con que Dios no deja nunca de favorecer al género humano.

Proclama la grandeza del Señor el alma de aquel que consagra todos sus afectos interiores a la alabanza y al servicio de Dios y, con la observancia de los preceptos divinos, demuestra que nunca echa en olvido las proezas de la majestad de Dios.

Se alegra en Dios, su salvador, el espíritu de aquel cuyo deleite consiste únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la salvación eterna.

Estas palabras, aunque son aplicables a todos los santos, hallan su lugar más adecuado en los labios de la Madre de Dios, ya que ella, por un privilegio único, ardía en amor espiritual hacia aquel que llevaba corporalmente en su seno.

Ella con razón pudo alegrarse, más que cualquier otro santo, en Jesús, su salvador, ya que sabía que aquel mismo al que reconocía como eterno autor de la salvación había de nacer de su carne, engendrado en el tiempo, y había de ser, en una misma y única persona, su verdadero hijo y Señor.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. No se atribuye nada a sus méritos, sino que toda su grandeza la refiere a la libre donación de aquel que es por esencia poderoso y grande, y que tiene por norma levantar a sus fieles de su pequeñez y debilidad para hacerlos grandes y fuertes.

Muy acertadamente añade: Su nombre es santo, para que los que entonces la oían y todos aquellos a los que habían de llegar sus palabras comprendieran que la fe y el recurso a este nombre había de procurarles, también a ellos, una participación en la santidad eterna y en la verdadera salvación, conforme al oráculo profético que afirma: Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán, ya que este nombre se identifica con aquel del que antes ha dicho: Se alegra mi Espíritu en Dios, mi salvador.

Por esto se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable costumbre de cantar diariamente este cántico de María en la salmodia de la alabanza vespertina, ya que así el recuerdo frecuente de la encarnación del Señor enardece la devoción de los fieles y la meditación repetida de los ejemplos de la Madre de Dios los corrobora en la solidez de la virtud. Y ello precisamente en la hora de Vísperas, para que nuestra mente, fatigada y tensa por el trabajo y las múltiples preocupaciones del día, al llegar el tiempo del reposo, vuelva a encontrar el recogimiento y la paz del espíritu.

En el cuadro que contemplamos las dos figuras se distinguen por su edad, María está representada como una muchacha joven mientras que Isabel, a la izquierda, es casi una anciana, resaltando el milagro de su estado de buena esperanza, según lo escrito en los textos bíblicos. La escena se desarrolla sobre un paisaje, al fondo del cual podemos observar un momento que tendrá lugar años después: el bautizo de Jesús por San Juan Bautista en el río Jordán. Esta obra fue diseñada por Rafael, que cobró 300 escudos, y delegó la ejecución de la pintura en sus ayudantes, Giulio Romano y el paisaje en Giovan Francesco Penni. 

El cuadro fue encargado por Giovanni Branconio, protonotario apostólico, en representación de su padre, Marino Branconio, para la capilla familiar en la iglesia de San Silvestre de Aquila. En la elección del tema por Marino debió de ser decisivo el nombre de su esposa Isabel, y el de su hijo Juan. 

jueves, 30 de mayo de 2013

Corpus Christi


Triunfo de la Fe Sobre los sentidos, 1667. Obra de Juan Antonio de Frías y Escalante
Óleo sobre lienzo, 113x152 cm. 
Museo del Prado, Madrid. España

En cuadro de hoy, barroco como no podía ser de otro modo, aparece el texto Præstet fides suppleméntum, sénsuum deféctui. Es decir La fe provea suplemento para el defecto de los sentidos. Este verso pertenece al himno eucarístico Pange lingua, escrito por santo Tomás de Aquino, como el oficio de hoy y que por lo general se canta durante la adoración del Santísimo Sacramento.

Santo Tomás en el Opúsculo 57, que trata de la fiesta del Cuerpo de Cristo nos habla sobre el banquete precioso y admirable que el hombre recibe, Dios mismo que, no solo se ha entregado por nosotros, sino que permanece entre nosotros y se nos da como alimento nutriendo el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Que éste día lo vivamos en contemplación de ese gran misterio que nos trae la salvación, éste en el que los sentidos callan y la fe se manifiesta victoriosa.

El Hijo único de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, tomó nuestra naturaleza, a fin de que, hecho hombre, divinizase a los hombres.

Además, entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra reconciliación, ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño sagrado que nos da, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y purificados de todos nuestros pecados.

Pero, a fin de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.

¡Oh banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Qué puede haber, en efecto, de más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?

No hay ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.

Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

Finalmente, nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.

Por eso, para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el corazón de los fieles, en la última cena, cuando, después de celebrar la Pascua con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.

miércoles, 29 de mayo de 2013

El prendimiento de Cristo


El prendimiento de Cristo. 1308-1311
Temple sobre madera.  

En la entrada de 4 de abril  citabamos "La Maesta" de Duccio en un contexto Pascual. Hoy al leer el evangelio de Marcos 10, 32-45, veo como Jesús anuncia su Pasión mientras suben a Jerusalén y como los discípulos Santiago y Juan pretenden ser los primeros, pidiendo al Maestro que les conceda sentarse en su gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

Al mirar esta tabla veo a Jesús solo, defendido tan solo por la bravuconearía de Pedro que después, sin embargo, lo negará. A la derecha el grueso de los discípulos corriendo asustados ante el oscuro momento. ¿Donde están ahora los que afirmaban que beberían el cáliz mismo de Jesús, los que serian bautizados con el mismo bautismo? Sin duda lo beberán y se bautizaran, pero antes han tenido que pasar por la infamia de haber abandonado a Jesús cuando la dificultad  le sobrevenía. Solo Juan estuvo al pie de la Cruz con María. 

Jesús para concluir les dice: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

Aquí esta el secreto, no solo en ser fieles y no abandonar nuestra adhesión a Cristo sino actuar como Él mismo actuó. Beber el cáliz y bautizarnos con su bautismo no es esperar un martirio sangriento sino entregarnos al servicio de la justicia, a la humilde atención de las necesidades fraternas, a ser en definitiva un esclavo como quien se sometió en todo y, actuando como uno de tantos, sirvió y se entrego hasta el fin por nuestra salvación.

¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?


martes, 28 de mayo de 2013

El Martirio


El martirio de los diez mil cristianos, 1508. Obra de Alberto Durero
Óleo sobre lienzo, 99 x 87 cm

Cada día cuando leo el martirologio me sorprende y me admira la cantidad de personas que han dado su vida desde los primeros tiempos de cristianismo hasta hoy solo por Cristo, por su fe, por defender la Verdad. Hombres y mujeres que han sido perseguidos, torturados y asesinados sin ningún otro motivo que por confesar a Cristo.

Leyendo y reflexionando hoy el evangelio encuentro a Jesús respondiendo a Pedro, ante una casi impertinente y muy humana intervención por su parte: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. 
Jesús entonces dijo: Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más, casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.

Cuantos de estos testigos fieles en los momentos de dolor y martirio no pensarían en estas palabras del maestro, comenzando por el mismo Pedro. Cuantos no verían la multiplicación de sus carencias en la vida terrena y aumentado, a pesar de la persecución, en la vida eterna. Cuantos últimos no son ya primeros en las moradas celeste. 

Este cuadro nos puede ayudar a meditar sobre esta realidad martirial que todo cristiano ha de tener presente. Vivir en la confianza y la esperanza en Cristo nos ha de mantener en pie, fiados de aquel que cumple la promesa y enraizados fuertemente en quien en cualquier tipo de dolor nos sostiene y nos regala Vida eterna.

La pintura al principio da la impresión de ser un álbum ilustrado con un desorden de figuras vestidas y desnudas. También el paisaje con formas de árboles retorcidas y una vegetación semejante a la jungla, inusual en Durero.

En cuanto a cuáles sean esos diez mil mártires representados, ha de señalarse que puede referirse a dos episodios distintos del martirologio romano. La muerte en Nicomedia de diez mil mártires como consecuencia de la persecución de Diocleciano. Un segundo grupo de 10.000 mártires. La muerte de diez mil soldados crucificados por el rey persa Sapor II en el monte Ararat en tiempos de los emperadores romanos Adriano y Antonino Pío. 

Aparecen en el cuadro alrededor de 140 figuras, algo muy infrecuente en Durero, cuyas composiciones tenían un número muy inferior de personajes. Estas personas se ven sometidas a diversas formas de tortura y ejecución. En una zona montañosa, los persas arrojan a los cristianos al vacío. En otro lugar, matan a un cristiano clavándole una estaca en el cuerpo. En la parte delantera izquierda se ve que otro va a ser ejecutado cortándole la cabeza con una cimitarra.

En el centro de la composición vemos el autorretrato de Durero, que lleva en las manos una especie de cartel en el que firmó y fechó la obra: "Esta obra fue realizada en el año 1508 por Alberto Durero, Alemán". Se ha identificado a su acompañante como el humanista Conrad Celtis, transmitiendo así la idea de igualdad entre el arte pictórico y la actividad intelectual de pensadores como Celtis.

lunes, 27 de mayo de 2013

Cristo y el joven rico


Cristo y el joven rico, 1889. Obra de Heinrich Hofmann
Óleo sobre lienzo, 
Iglesia de Riverside, Nueva York. EEUU

Ante el evangelio de hoy y las palabras de Jesús, podemos pararnos y meditar. Orar y pensar. ¿Donde está nuestro corazón? Quizás nos entre el desaliento o el desasosiego ante las duras y exigentes palabras de Jesús, pero también ha de ser la confianza en Él lo que nos mantenga en esa tensión espiritual constante que nos lleva a aceptar lo aparentemente imposible, dejar todo por Él, porque lo que es para el hombre y sus fuerzas no lo es para Dios.

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: « ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » 
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo. «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
Marcos 10, 17-27

Las obras religiosas de Heinrich Hofmann resuenan con la profunda fe que guiaron su vida y nutre su creatividad. Hofmann (1824 - 1911) pintó temas de la literatura y la mitología, pero es más conocido por sus pinturas de la vida de Cristo. Profundamente afectado por la muerte de su amada madre, Hofmann se inspiró para pintar su primera gran obra religiosa, "El entierro de Cristo." Intensamente devoto, él estudió diligentemente la Biblia antes de pintar cualquier escena de la vida de Cristo. Él cree firmemente que alguien movía su alma más interna mientras pintaba sus temas religiosos, ya que si no sería incapaz de esa tarea. Cuatro de las más famosas obras de Hofmann se muestran actualmente en la iglesia Riverside de Nueva York. Compradas por el maganate  Rockefeller y regaladas para ser colocadas en este templo.

domingo, 26 de mayo de 2013

La Trinidad



La Trinidad, 1635. Obra de José de Ribera
Óleo sobre lienzo. 226 x 181 cm
Museo del Prado, Madrid. España.

Si el domingo pasado celebrábamos al Espíritu Santo en la solemnidad de Pentecostés hoy domingo celebramos a la Trinidad, un solo Dios en tres personas.

San Atanasio de Alejandría dice: Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar el contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe de la Iglesia católica, tal como el Señor nos la entregó, tal como la predicaron los apóstoles y la conservaron los santos Padres. En ella, efectivamente, está fundamentada la Iglesia, de manera que todo aquel que se aparta de esta fe deja de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.

Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la cual se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no tiene mezclado ningún elemento extraño o externo, que no se compone de uno que crea y de otro que es creado, sino que toda ella es creadora, es consistente por naturaleza, y su actividad es única. El Padre hace todas las cosas a través del que es su Palabra, en el Espíritu Santo. De esta manera, queda a salvo la unidad de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un solo Dios, que lotrasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. Lo trasciende todo, en cuanto Padre, principio y fuente; lo penetra todo, por su Palabra; lo invade todo, en el Espíritu Santo.

San Pablo, hablando a los corintios acerca de los dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre, como al origen de todo, con estas palabras: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: El Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él. Porque, donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.

Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda carta a los Corintios, cuando dice: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros. Porque toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo. Pues, así como la gracia se nos da por el Padre, a través del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es en el Espíritu Santo, ya que, hechos partícipes del mismo, poseemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión de este Espíritu.

La Trinidad de Ribera muestra la seguridad del autor en sus posibilidades pictóricas, el dramatismo de la escena queda subrayado por el uso de la luz y la suntuosidad cromática. Contrasta el azulado cuerpo muerto de Cristo, extremadamente naturalista y surcado por la sangre que corre hasta manchar el paño de pureza y el sudario, con el hieratismo de Dios Padre, que nos muestra a su Hijo muerto acompañado de la paloma del Espíritu Santo. El mensaje de esta obra, la muerte y el sufrimiento de Cristo por la Humanidad, queda extraordinariamente patente. 

sábado, 25 de mayo de 2013

La Anunciación


La Anunciación, c. 1476. Obra de Antonello da Messina
Óleo sobre madera, 45 x 34,5 cm
Palazzo Abatellis, Palermo. Italia

Hoy sábado meditamos ante esta imagen de la Stma. Virgen María ayudados con el Sermón Magnificat de Beda el Venerable cuya memoria celebramos hoy. Esta obra es considerada una de las obras maestras del Renacimiento. Representa a María en el acto de recepción de la Anunciación del Arcángel.

María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador. 

El Señor, dice, me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se complace en la eterna divinidad de Jesús, mi Salvador, con cuya temporal concepción ha quedado fecundada mi carne.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Ensalcemos juntos su nombre.

Se refiere al comienzo del himno, donde había dicho: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: Proclamad conmigo la grandeza del Señor, Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, tenga en menos el proclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos importante en el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con su singular poder trasciende a toda criatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: Israel es mi siervo, y yo lo amo.

Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni exclamar con el profeta: Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. No se refiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la espiritual, o sea, no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe, lo mismo dentro que fuera de Israel. Pues Abrahán había creído antes de la circuncisión, y su fe le fue tenida en cuenta para la justificación.

De modo que el advenimiento del Salvador se le prometió a Abrahán y a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice: Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan, para que, así como el pecado empezó por medio de las mujeres, también los bienes comiencen por ellas, y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación. 

Homilías de San Beda el Venerable, presbítero (Libro 1, 4: CCL 122, 25-26. 30) 

viernes, 24 de mayo de 2013

María Auxiliadora


Alegoría de la batalla di Lepanto, 1571. Obra de Paolo Veronese
Óleo sobre tela, 169×137 cm
Galeria de la Academia, Venecia. Italia

Celebramos hoy a María, bajo la advocación de Auxiliadora. El primero que llamó a la Virgen María con este título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".

San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos", porque junto a ella se obraban muchas curaciones.

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María Auxiliadora , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".

En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.

Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.

En el año 1572, el Papa San Pió V, (promovió contra los turcos la Liga Santa que quedó constituida por España, Venecia y los propios Estados Pontificios, con participación genovesa) ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanias la advocación " María Auxiliadora, rogad, por nosotros", porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.

En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.

En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países.

En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.

En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de "Auxiliadora", y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo. Desde este Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.

Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana". Le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".

El cuadro que nos ocupa esta basado en el evento de la Batalla de Lepanto. la obra está dividida en dos partes: La parte superior muestra a María auxiliadora de la coalición cristiana contra el turco, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España (Santiago Apóstol), los Estados Pontificios (San Pedro), la República de Venecia (San Marcos), la Orden de Malta (san Juan), la República de Génova (Santa Justina) y un grupo de ángeles que ayuda con sus flechas en la batalla.
En la parte inferior dividida por una linea de nubes se desarrolla la batalla. La naves cristianas son iluminadas por rayos de luz provenientes de los alto, indicando así el éxito de éstos, en contra de la sombras proyectadas sobre la armada otomana que anticipa su ruina.

jueves, 23 de mayo de 2013

Crucificado


Cristo crucificado, 1624. Obra de Luís Tristán 
Óleo sobre lienzo, 213 x119 cm
Museo del Greco, Toledo. España

Hoy, Jueves después de Pentecostés. celebramos a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

Esta obra es un ejemplo magistral del que fue el principal continuador del taller del Greco, tanto el alargamiento de las proporciones como la violencia del claroscuro y el modelo del rostro derivan del Greco, aunque Luís Tristán supo dotar a su obra de una personalidad propia que lo consagra como el único pintor salido del taller del cretense cuya personalidad ha trascendido en la historia de la pintura.

El texto de Isaías (52, 13-53, 12) propuesto para la liturgia de hoy nos ha de bastar para la contemplación de esta magnifica imagen.

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenla aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

miércoles, 22 de mayo de 2013


San Jeronimo, 1610. Obra de Leonello Spada
Óleo sobre lienzo, 112 x 143 cm

La primera lectura dxe hoy me ha llevado a mediatar ante este cuadro. Dice el libro del Eclesiástico 4, 12-19:

La sabiduría instruye a sus hijos, estimula a los que la comprenden. Los que la aman, aman la vida, los que la buscan alcanzan el favor del Señor; los que la retienen consiguen gloria del Señor, el Señor bendecirá su morada; los que la sirven, sirven al Santo, Dios ama a los que la aman. Quien me escucha juzgará rectamente, quien me hace caso habitará en mis atrios; disimulada caminaré con él, comenzaré probándolo con tentaciones; cuando su corazón se entregue a mí, volveré a él para guiarlo y revelarle mis secretos; pero, si se desvía, lo rechazaré y lo encerraré en la prisión; si se aparte de mí, lo arrojaré y lo entregaré a la ruina.

El Papa Benedicto XVI explicó en 2012  a los estudiantes que, la "sabiduría de este mundo es un modo de vivir y de ver las cosas prescindiendo de Dios y siguiendo las opiniones dominantes, según los criterios del éxito y del poder". 

En cambio, añadió, la "sabiduría divina consiste en seguir la mente de Cristo, que es quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor".

Esta contraposición, que hace san Pablo, "no se identifica con la diferencia entre la filosofía, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra". 

Lo que denuncia es, explicó, "el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. No es por tanto el conocimiento en sí lo que puede hacer daño, sino la presunción, el "vanagloriarse" de adonde se ha llegado, o se presume haber llegado, a saber".

El apóstol, añadió el Santo Padre, "no quiere en absoluto conducir a una minusvaloración del empeño humano necesario para el conocimiento, sino que se pone en otro plano: a Pablo le interesa subrayar -y lo hace sin medias tintas- qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede traer la división y la ruina". 

Lo que san Pablo combate, reafirmó el pontífice, es "un tipo de soberbia intelectual, en la que el hombre, incluso sabiendo mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad de la actuación divina". Ésta no es una postura anti intelectual, no es oposición a la recta ratio".

"Para conocer y comprender las cosas espirituales hay que ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea docto y sutil razonador de este mundo", añadió. 

martes, 21 de mayo de 2013

Cristo bendiciendo a los niños


Cristo bendiciendo a los niños, c. 1535-40. Obra de Lucas Cranach el Viejo 
Óleo y temple sobre madera, 83,8 x 121,5 cm
Städel Museum, Frankfurt am Main. Alemania

El evangelio de hoy según san Marcos (9, 30-37) nos habla de una controversia y la pintura en cuestión también nace en un tiempo  en que las disputas entre Luteranos y Católicos se hacían evidentes y distantes. Sirva ésta para meditar sobre el texto evangélico buscando la humildad de nuestra disposición espiritual a la vez que nos situa la clara posición de servicio ante los hermanos. Recemos también ante el Señor, y con confianza puesta en la unión en su cuerpo místico, por la unión de las Iglesias nacidas de controvertidas posiciones.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará. »
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: -«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mi, sino al que me ha enviado. »

La Pintura de Cranach  es una de las imágenes más populares y duraderas producidos por su taller durante la Reforma. El tema es desconocido antes que Cranach el Viejo lo pintase.

Más de veinte variantes fueron producidos por su taller. Uno de ellos, por ejemplo, se encuentra en el Metropolitan de Nueva York y es algo diferente en la composición. También a menudo, las variantes de la pintura tenía una leyenda en letras mayúsculas, con referencia a: "Dejad que los niños se acerquen a mi." Y, " De quien es como un niño es el reino de los cielos"

El tema es claramente luterano: sólo una creencia infantil virgen en Dios, como se revela en Cristo, puede preparar el camino para la humanidad pecadora para alcanzar la redención. La salvación y la gracia son gratuitos. Ellos no han sido generadas por las obras o trabajos. 

La figura de Cristo se inserta en la parte frontal de la imagen y en el plano de la cabeza, fuertemente caracterizados,  los Apóstoles que se  deben más de Durero que a Raphael por su influencia.

También son notables las figuras de las mujeres. Son mujeres comunes, energéticos, obligando en sus formas de avanzar  que Cristo toque a sus hijos.

Cranach el Viejo fue un hombre de la reforma luterana y sus obras fueron esenciales para la extensión de ésta. De una fe religiosa inicialmente católica, Cranach el Viejo pasó a apoyar fervientemente el luteranismo, promoviendo con sus retratos y grabados la fama internacional de Martín Lutero y Philip Melanchthon o también creo imágenes para la Biblia de Lutero.

El tema inventado por Cranach era popular en el norte de Europa en los siglos posteriores a éste, como puede verse por las obras de Maes y West.

Sin embargo, es de destacar que al mismo tiempo que se estaba produciendo obras didácticas y mantenia buenas relaciones con Lutero y su familia, Cranach tenía buenas relaciones profesionales mecenas católicos, el cardenal Alberto de Brandenburgo o el arzobispo de Maguncia. Él y su taller produjeron típicamente imágenes "católicos" de gran profundidad espiritual

En su tiempo siempre hubo esperanza en ambos lados que los luteranos y el resto de la Iglesia Católica sería finalmente reunir. La división no era en ese momento irrevocable. 

Pero tal vez la importancia de Cranach y su obra es una muestra que si bien el arte puede ser utilizado para resaltar las diferencias y cismas, el arte puede trascender las diferencias de teología y unir y salvar las diferencias entre las personas de diferentes posturas. Pero no es sólo una imagen material sino que es un llamado para la búsqueda y contemplación de la "imagen real".  

lunes, 20 de mayo de 2013

San Bernardino de Siena


La gloria de San Bernardino de Siena, 1500. Obra de Pinturicchio 
Fresco

San Bernardino de Siena, memoria celebramos hoy, nació en Massa Marittima, territorio de Siena, (hoy en región Toscana, Italia), el año 1380.

A los 22 años lo dejó todo para entrar en la comunidad franciscana. Entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó sacerdote y desplegó por toda Italia una gran actividad como predicador, con notables frutos.

Propagó la devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden; escribió, además, algunos tratados de teología.

Propaga la devoción a la Eucaristía. Acostumbraba a llevar consigo una tablilla, mostrando la Eucaristía con rayos saliendo de ella y en el medio, el monograma IHS que el ayudó a popularizar como símbolo de la Eucaristía. Fue gran reformador de la Orden Franciscana. 

El Papa Martín V lo suspende como predicador pero San Juan Capistrano, le ayuda a arreglar su situación.

Rechazó 3 episcopados, fundó más de 200 monasterios e intervino para traer la paz entre dos bandos, los güelfos y los gibelinos.

A los 63 años se le apareció San Pedro Celestino que le avisa de su muerte ya cercana, la que acontece en la vigilia de la Ascensión. Muere en 1444 y seis años después es canonizado por el para Nicolás V.

Está sepultado en Aquila. Estuvo incorrupto y su ataúd sangró sin cesar hasta que vino la paz entre los bandos que peleaban en la ciudad.

Iconograficamente, después de su muerte, los franciscanos difundieron imágenes del santo en las  que fue representado en general con tres mitras delante de sus pies, lo que simboliza el rechazo de los tres puestos de obispo que le ofrecieron. En su mano suele llevar el monograma Iesus Hominum Salvator (Jesús salvador de los hombres) IHS, del cual salen rayos o lo cual esta incorporado en un sol; así se muestra su dedicación al "nombre santo de Jesús".

En Siena, trás la muerte de Bernadino, se elaboró un retrato a base de su máscara de muerte de L'Aquila con la cabeza calva y la cara extenuada, que parece tener una buena semejanza fisionómica. Este retrato fue probablemente la fuente de muchas pinturas posteriores del santo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Pentecostés


Pentecostés,1600. Obra de El Greco 
Óleo sobre lienzo, 275 cm x 127 cm
Museo del Prado, Madrid. España

La imagen de hoy como no podía se menos representa la venida del Espíritu Santo, en forma de lenguas de fuego, sobre la Virgen y los Apóstoles el día de Pentecostés, cincuenta días después de Pascua, segun nos relatan los Hechos de los Apóstoles 2, 1-5. 

San Ireneo de Lyon nos dice con respecto al envío del Espíritu Santo:

El Señor dijo a los discípulos: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios.

Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios, realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua condición a la nueva, creada en Cristo.

Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones.

Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Defensor que nos haría capaces de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto.

Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.

El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de prudencia y sabiduría, Espíritu de consejo y de valentía, Espíritu de ciencia y temor del Señor, y el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Defensor sobre toda la tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no seamos lanzados al fuego; y, ya que tenemos quien nos acusa, tengamos también un Defensor, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses.
(San Ireneo de Lyon, Tratado contra las herejías)

La pintura realizada por el Greco y su taller para el retablo mayor de la Iglesia del Colegio de doña María de Aragón, esta dentro de este conjunto en el Museo del Prado conformando éste los cuadres de: El Bautismo de Cristo, La Crucifixión, La Resurrección de Cristo y La Anunciación. En el segundo peldaño está la firma con caracteres griegos, rehecha en una restauración antigua.

Se ha identificado al Apóstol barbado y calvo que dirige su mirada al espectador en la parte derecha del lienzo como el autorretrato del autor o, quizás, el retrato de su amigo Antonio de Covarrubias. 

sábado, 18 de mayo de 2013

El Espíritu Santo


Espíritu Santo, Cátedra de San Pedro, 1657-66. Obra de Bernini
Bronce, mármol, madera, estuco y alabastro.
Basílica del Vaticano. Roma. Italia

Ante las vísperas de Pentecostés, invoquemos al Espíritu santo y pidamos nos colme de sus dones para que seamos capaces de transmitir en nuestra vida sus frutos y vivir la eclesialidad de su unidad.

Los dones pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Ps 143,10). Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. CEC 1831

Los siete dones del Espíritu Santo son: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.

Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad". (Gal 5, 22-23) 

En cambio el fruto del Espíritu es Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Afabilidad, Bondad, Fidelidad, Mansedumbre, Dominio de Sí.

La Iglesia es el Templo del Espíritu Santo. El Espíritu es como el alma del Cuerpo Místico, principio de su vida, de la unidad en la diversidad y de la riqueza de sus dones y carismas. Así toda la Iglesia aparece como el pueblo unido "por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"  (LG 4; cf. San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 23). CEC 809-810. 

La Iglesia nace en Pentecostés con el envío del Espíritu Santo. Es Él quien santifica a la Iglesia y la enriquece con sus dones. La misión del Espíritu Santo, esencialmente, es hacer presente en medio de la Iglesia al mismo Cristo glorificado. En la Eucaristía, por la epíclesis, pedimos al Espíritu que convierta al pan y al vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, de modo que Cristo resucitado se nos hace presente en ella con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Cristo, presente en la Eucaristía, por el poder del Espíritu nos da el don abundante de su Espíritu.

El Espíritu Santo  introduce a la Iglesia en la Verdad Total. 

El Espíritu Santo nos asiste para comprender la Revelación de Cristo, interiorizando su palabra en nuestro corazón.

El Espíritu Santo es el artífice de toda la Unidad, Santidad, Catolicidad y Apostolicidad en el seno de la Iglesia. 

El Espíritu Santo es al que le corresponde dirigir todos los dones jerárquicos y carismáticos de la Iglesia. 

El  Espíritu Santo es quien da los frutos de santidad y de perfección que surgen en cada instante.

Ven, Espíritu Santo, 
llena los corazones de tus fieles 
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

viernes, 17 de mayo de 2013


San Pascual Bailón. 1661. Obra de Jerónimo Jacinto de Espinosa
Óleo sobre lienzo, 148 x 102 cm. 

Con este cuadro recordamos hoy a san Pascual Bailón un santo del levante español, humilde y de gran oración. Amo el servicio a los pobres y sobre todo profeso gran amor a la eucaristía. Fue pastor y a los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Pascual nació en el sía de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo 

Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, vínculo de paz y de unidad, que es el Sacramento de la eucaristía.

Ahora bien, entre aquellos cuya piedad para con este sublime misterio de la fe se manifestó con más vívido fervor, Pascual Bailón ocupa el primer lugar. Dotado por naturaleza de muy delicada afición a las cosas celestiales, después de haber pasado santamente la juventud en la guarda de su rebaño, abrazó una vida más severa en la Orden de Frailes Menores de la estricta observancia, y mereció por sus meditaciones sobre el convite eucarístico adquirir la ciencia relativa a él; hasta el punto de que aquel hombre, desprovisto de nociones y aptitudes literarias, resultó capaz de responder a preguntas sobre las más difíciles materias de fe, y hasta de escribir libros piadosos. Pública y abiertamente profesó la verdad de la eucaristía entre los herejes y, por ello, tuvo que pasar por graves pruebas. Emulo del mártir Tarsicio, fue varias veces amenazado con la muerte.

León XIII, Breve apostólico Providentissimus 

jueves, 16 de mayo de 2013

Paisaje con ermitaño



Paisaje con ermitaño, ca. 1610. Paul Brill
Óleo sobre lienzo, 1,60 x 1,40 cm

En febrero de 1601, Don Pedro de Toledo, quinto marqués de Villafranca, contrató a Paul Bril, Wenzel Cobergher, Willem I van Nieulandt y Jacob Frankaert I, pintores flamencos residentes en Roma, para la realización de una serie de pinturas de ermitaños y una de "Huomini Illustri". En la localidad se conservan 33 pinturas atribuidas al pintor flamenco y a su grupo de colaboradores, formado por Wenzel Cobergher, Jacob Frankaert y Willem I van Nieulandt. Se trata de paisajes con figuras de ermitaños que se conservan en su mayoría en el convento de La Anunciada. 

Hoy en el dia de san Pacomio, monje egipcio del sigloIV, meditamos ante un texto suyo:

Honra a Dios obedeciéndole, y serás fuerte. Acuérdate de las penalidades que han soportado los santos. Mantengamos entre nosotros la concordia, siendo fieles a nuestra vocación. Ante todo pongamos todo el empeño en progresar espiritualmente en esta vida que hemos abrazado, para merecer llevar a feliz término el camino de nuestra vida monástica con el beneplácito de Dios. Procuremos no parecernos a quienes ponen su gozo en las cosas vanas y perecederas, a fin de que no nos suceda que nuestro corazón, abandonando el recto camino, cometa el pecado y quede privado de la esperanza de la vida eterna.

Es incumbencia de la inteligencia conocer que la voluntad de Dios es la fuente de todo bien. De hecho, el peor de los males reside en resistir a la ley de Dios y en secundar la propia voluntad. Quien hace su propia voluntad se verá privado del conocimiento de Dios, no podrá seguir el camino de los santos y, a la postre, se encontrará con la ruina y el llanto.

Estamos, pues, ahora en el tiempo favorable para agradar al Señor, ya que la salvación se consigue en el tiempo de la tribulación. No nos contentemos, pues, con tener una fe firme en el tiempo de los consuelos, para alejarnos luego de ella a la hora de la prueba. En efecto, la Escritura nos dice: Si ofreces un voto al Señor, tu Dios, no demores su cumplimiento. Y también: No te asustes en el momento de la prueba: aguanta y confía en Dios. La plenitud de una fe inconmovible es un don de Dios, que los profetas obtuvieron del Espíritu Santo. En esta fe fueron confirmados los apóstoles, los cuales, padeciendo por su causa muchas tribulaciones, consiguieron el premio eterno.

Tengamos presente esta verdad para no dejarnos arrastrar de acá para allá, engañados por las seducciones del error. Permanezcamos más bien firmes e inmóviles, teniendo a raya las divagaciones de la mente que burbujean como el agua con el asiduo recuerdo de la ley divina. Con tales meditaciones, destruiremos la ley de la carne y así podremos descubrir y conocer mejor lo que agrada a Dios, conservándonos inmunes de los cuidados del mundo y de todo tipo de soberbia, que es una verdadera locura, el peor de todos los males.

Teniendo siempre presente a Dios ante los ojos de la mente, acordémonos de su pasión y de su muerte en la cruz, por lo cual fuimos redimidos y devueltos a la vida. Aborrezcamos el mundo y cuanto le pertenece y aborrezcamos asimismo toda comodidad del cuerpo. Hemos renunciado a esta vida para poder vivir con Dios. Acordémonos, carísimos hermanos, de nuestra profesión, en la que prometimos servir a Dios. De esto deberemos dar cuenta en el día del juicio. Aceptemos los sufrimientos del hambre, de la sed, de la pobreza, de las vigilias. Ocupémonos en la oración y en la salmodia, gimiendo desde el fondo del corazón y derramando lágrimas de compunción, y examinémonos con toda diligencia para descubrir si al menos en algo podemos ser encontrados dignos de Dios, gracias a su infinita misericordia.

No retrocedamos ante la puerta estrecha de la tribulación, a fin de conseguir el gozo de las consolaciones divinas y merecer el descanso eterno de la vida inmortal. Amén.

San Pacomio, Exhortaciones

miércoles, 15 de mayo de 2013

San Isidro


El milagro del pozo, 1648. Obra de de Alonso Cano.
Óleo sobre lienzo,  216 x 149 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Celebramos hoy un santo español y madrileño, San Isidro Labrador, patrono de Madrid. Nació en los alrededores de Madrid, hacia 1080 y murió en esta ciudad de Madrid en 1130. 

Aunque no se tienen demasiados datos biográficos sobre el santo, parece ser que vino al mundo en el seno de una familia muy humilde, poco antes de la reconquista de Madrid, en una casa situada donde en la actualidad se halla la calle de las Aguas. Quedó huérfano muy pronto, así que el joven Isidro se buscó el sustento con trabajos como el de pocero hasta que finalmente se empleó como labrador.

Cuando Alí, rey de Marruecos, atacó Madrid en 1110, Isidro se trasladó a Torrelaguna, donde continuó con el mismo género de vida, dedicada al trabajo y a la oración, que había llevado hasta el momento. Fue precisamente en la parroquia de esta localidad donde contrajo matrimonio con una joven llamada María, natural de Úceda, cuya dote matrimonial fue una heredad en su pueblo natal, lo que fue causa de que los esposos se establecieran allí para trabajar las tierras por cuenta propia.

Aunque Isidro era piadoso y devoto, su esposa no le iba a la zaga a este respecto, ni tampoco en cuanto a laboriosidad, todo lo cual hizo, según la leyenda, que se granjearan la predilección de Dios, que los benefició con su ayuda innumerables veces, como cuando salvó milagrosamente a su hijo único que había caído en un profundo pozo o cuando permitió a María pasar a pie enjuto sobre el río Jarama y así librarse de los infundios de infidelidad que contra ella lanzaban las gentes.

En 1119, Isidro volvió de nuevo a Madrid, y entró a trabajar como jornalero agricultor al servicio de un tal Juan de Vargas. Estableció su morada junto a la Iglesia de San Andrés, donde oía la misa del alba todas las mañanas y, luego, atravesaba el puente de Segovia, las tierras de su patrón estaban del otro lado del Manzanares, para aprestarse al duro trabajo de roturar la tierra con el arado. Se dice de él que daba cuanto tenía a los menesterosos.

Con el correr del tiempo decidieron los esposos separarse para llevar una vida de mayor santidad; marchó así Isidro a Madrid, mientras María quedaba en Caraquiz consagrada al cuidado de la ermita, la cual barría y aseaba diariamente, al tiempo que pedía limosna para costear el aceite que alumbraba la imagen. La separación duró hasta la última enfermedad del santo, cuando María tuvo noticia por un ángel de la muerte de su marido. Corrió presta a la Villa y no se separó del lado de su esposo hasta que éste exhaló su último aliento. Luego volvió a Caraquiz donde tras unos años murió

La escena del cuadro de hoy es un milagro de la vida de San Isidro Labrador (siglo XII), que representa el momento en el que su hijo, tras caer a un pozo, es elevado hasta la superficie por las aguas que suben milagrosamente gracias a las oraciones de su padre y su madre, Santa María de la Cabeza. 

Alonso Cano destaca por sus pinceladas rápidas y por el uso de una gama cromática muy rica, asimilada durante su estudio en la corte de las pinturas de la escuela veneciana pertenecientes a las Colecciones Reales. 

Esta obra fue pintada para el altar mayor de la Iglesia de Santa María de la Almudena de Madrid, a expensas de la reina Isabel de Borbón, de donde pasará al Convento madrileño de las Bernardas del Santísimo Sacramento. 

martes, 14 de mayo de 2013

San Matias


San Matías, 1610 - 1612 Obra de  Pedro Pablo Rubens
Óleo sobre tabla, 107,2 x 82,5 cm
Museo del Prado, Madrid. España

Hoy celebramos al apóstol san Matias, elegido, según nos cuentan los Hechos de los apóstoles 1, 15-17, después de la muerte de Judas y tras ser testigo de la resurrección del Señor. "Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión... Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles."

Dice san Juan Crisostomo, comentando el libro de los Hechos de los Apóstoles, "Todos rezan, diciendo: Señor, tú penetras el corazón de todos, muéstranos. «Tú, no nosotros». Llaman con razón al que penetra todos los corazones, pues él solo era quien había de hacer la elección. Le exponen su petición con toda confianza, dada la necesidad de la elección. No dicen: «Elige», sino muéstranos a cuál has elegido, pues saben que todo ha sido prefijado por Dios. Echaron suertes. No se creían dignos de hacer por sí mismos la elección, y por eso prefieren atenerse a una señal."

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Jn 14-13) y los discípulos fueron fieles a ello. San Agustín cogiendo esta frase de san Juan nos exhorta a seguir el ejemplo del Maestro, al igual que los discípulos lo hicieron. "Hizo él lo que él mismo había enseñado; los apóstoles hicieron lo que habían aprendido de él y nos intimaron a imitarles. Hagámoslo también nosotros. Pues si bien no somos lo que él en cuanto nos creó, somos lo que él en cuanto por nosotros se encarnó. Y si sólo lo hubiera hecho él quizá nadie de nosotros debería tener la audacia de imitarlo, pues él era hombre, pero sin dejar de ser Dios. Pero en cuanto hombre, los siervos imitaron al Señor, los discípulos al Maestro, y lo hicieron asimismo los que nos precedieron en la familia de Dios, que son nuestros padres, pero también consiervos nuestros. Dios no nos hubiera mandado hacerlo, de saber que el hombre era incapaz de realizarlo."

(San Agustín de Hipona, Comentario al salmo 56)

El cuadro que hoy nos ocupa esta dentro de la serie de los doce apóstoles que pinto Rubens entre 1610 y 1612 y realizado probablemente para un miembro de la nobleza flamenca deseoso de evidenciar su fidelidad al catolicismo. El interés por las representaciones de los apóstoles experimentó un gran incremento en el mundo católico desde finales del siglo XVI, como reacción a la Reforma religiosa que negaba el poder de intercesión de los santos.  Rubens, uno de los principales creadores de imágenes de devoción que exaltaran los dogmas católicos, potencia en los cuadros de sus apóstoles la idea de sacrificio y entrega, al representarlos con instrumentos relacionados con sus respectivos martirios. Son pintados al poco de volver de Italia, inspirandose en la escultura clásica y en la pintura de Miguel Ángel y de Caravaggio. La fuerza física que muestran las figuras sirve como metáfora de su valor moral y firmeza, mientras que la luz, muy dirigida y contrastada, ayuda a enfatizar el valor de la determinación y seguridad demostrada por estos santos. 


lunes, 13 de mayo de 2013

Nuestra Señora de Fatima


 Nuestra Señora de Fatima s. XX
Madera policromada
Capilla de las apariciones, Fatima. Portugal

Hoy, mientras esperamos celebrar el día de Pentecostes la venida del Espíritu Santo, conmemoramos la aparición de la Stma Virgen en Fatima a tres niños pastores, Jacinta, Lucia y Francisco. Se produjo un 13 de Mayo de 1917. 

Como dicen que una imagen vale mas que mil palabras les dejo este video para que, si tienen tiempo, no solo lo vean sino que también lo recen. 


domingo, 12 de mayo de 2013

Comunión de los Apóstoles


Comunión de los Apóstoles, 1512. Obra de Luca Signorelli
Tabla  232x220 cm 
Museo Diocesano, Cortona. Italia

Este cuadro me hace meditar en el texto del evangelio de hoy, VII domingo de Pascia, en el que Cristo ruega al Padre por nosotros, por todos los que les ha entregado. (Jn 17, 20-26) "Yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno"

San Cirílo de Alejandría nos deja este magnifico comentario:

Cristo ha venido a ser primicia de la nueva humanidad y el primer hombre celeste. Pues, como dice Pablo: El segundo Adán, el Señor, es del cielo. Por eso decía: Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Los más allegados a esta primicia y mucho más cercanos que los demás, fueron los primeros elegidos como discípulos y los que, habiendo conseguido el alto honor de seguir a Cristo, fueron los espectadores y testigos oculares de su gloria, como asiduos que fueron de él, convivieron con él y recibieron las primicias de sus dones. Eran, pues, y son, después del que es cabeza de todos y está sobre todos, miembros preciosos y dignísimos del cuerpo de la Iglesia.

Por esta razón, ruega que el Padre envíe sobre ellos, por medio del Espíritu, la bendición y la santificación, si bien a través de él. No podía ser de otra forma, dado que él es la vida, verdadera y todopoderosa y eficaz sabiduría y virtud del Padre.

Pero a fin de que exegetas menos ponderados de las sagradas Letras pensaran temerariamente que sólo se refiere a los discípulos el ruego del Salvador sobre el envío del Espíritu y no a nosotros que somos posteriores a ellos, ni a nuestros mayores, el Mediador entre Dios y los hombres, el abogado y pontífice de nuestras almas, desmontando de antemano tales insustanciales sospechas, añadió con mucha razón: No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos.

Porque sería en cierto modo absurdo que de aquel primer Adán pasara la condena a todos sus descendientes, y que llevaran en sí la deforme imagen del hombre terreno incluso los que no pecaron, es decir, que no pecaron en el mismo momento en que el primer padre cayó por su desobediencia; y, en cambio, a la venida de Cristo, que se presentó como el hombre celeste, no reflejaran paralelamente su imagen todos cuantos por medio de él, es decir, por medio de la fe, han sido llamados a la justicia.

Y así como decimos discernir la deforme imagen del hombre terreno por ciertas formas y figuras, que llevan el inconfundible sello de las manchas del pecado y la debilidad de la muerte y de la corrupción; inversamente pensamos también que la imagen del hombre celeste, esto es, de Cristo, brilla en la pureza y en la integridad, en la más absoluta incorrupción, en la vida y en la santificación. Ahora bien, era realmente imposible que los que una vez habíamos caído por la prevaricación en Adán, fuéramos reinstalados en el primer estado de otra forma que haciéndonos capaces de aquella inefable participación y unión con Dios. Tal fue, en efecto, el privilegio inicial de la naturaleza humana.

Y esta unión con Dios en nadie puede efectuarse si no es mediante la participación del Espíritu Santo, que nos comunica su propia santificación, que reforma según el modelo de su misma vida la naturaleza sujeta a la corrupción, y que de este modo reconduce a Dios y a su peculiar condición a los hombres privados de esta gloria. Pues bien, la imagen perfecta del Padre es el Hijo, y la semejanza natural del Hijo es su Espíritu. En consecuencia, al configurar de alguna manera consigo mismo las almas de los hombres, imprime en ellas la semejanza divina y esculpe la efigie de la suprema sustancia de todos. Ruega, pues, nuestro Señor Jesucristo no sólo por los doce discípulos, sino más bien por todos los que, en diversas épocas, han de creer por la palabra de ellos, por medio de la cual los oyentes son incitados a recibir aquella santificación mediante la fe, y la purificación que se lleva a cabo mediante la participación del Espíritu.